La cuerda del tiempo
Arrugado, entre un foco apagado y una luz imposible, arrojé mi pensamiento.
En la papelera de lo absurdo, sin sentido, giran las palabras, se agotan los sueños, giran sin sentido los recuerdos... y la cuerda del tiempo, la soga en la que mueren los segundos, en este cementerio, utópica y eterna, se detiene:
«a un lado lápidas negras, espiral de silencio, tumbas de espinas, cruz de pasión; enterrado y muerto está el amor en el camposanto del corazón. Y al otro cual sirena, una rubia difusa, de cabellos negros, de silueta perfecta, bucea en un mar de brumas y nada con bríos... y nada en mis sueños... porque están vacíos».