De principios y finales
Resulta extraño darse cuenta de que aquello en lo que un día creímos sencillamente se derrumba, como extraño resulta escuchar el sonido apagado del final de los principios, de ésos en los que, en cierta forma, basamos nuestra vida, o dicho de mejor modo, de ésos que si bien no la basaron sí que estuvieron ahí para condicionarla, y de que forma.
Principios que ya no son principios porque la razón que los mantenía dejó de llamarse razón para llamarse utopía. Principios que son finales porque sencillamente murieron, murieron como lo hacen las promesas vacías, las vanas esperanzas, de las horas los minutos y de los años los días.
Los principios muertos pueden ser años perdidos, sueños rotos, recuerdos gastados... también relojes parados que en tu mano nunca volverán a cantar y que en otras muñecas nunca dejarán de hacerlo.